Los últimos rayos del sol se despiden acariciando las cumbres que rodean este mágico enclave, mientras, la luna, fiel a su cita y como preludio de la noche aparece tras la montaña Picollosa.
Por más que visitemos y fotografiemos este lugar, creo que nunca perderá su enigmático encanto, al menos para mi así es, no volvía desde la "era analógica", y aunque yo fui de esos recalcitrantes que se resistían, ya han pasado algunos años y sigo enamorado de el.
Me lavé la cara en sus aguas, pero debo de ser muy malote...
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